viernes, 14 de diciembre de 2007

De la Tradición

La Tradición es la permanencia de las cosas profundas. Su ignorancia trae consigo una desorientación irremontable ya que ninguna modernidad provechosa puede avanzar sin las lámparas del pretérito.

En la quietud de la Historia descansa el remedio contra el cancerígeno ansia de reinventarse que propaga cierta progresía iletrada.

Crucial concepto éste del que hablo ya que la fascinación por lo extranjero, de la que el español viene doctorándose en tristes reválidas desde el siglo XVIII, nos define como pacientes con alto riesgo de alienación.

Individualizar cada existencia hasta aislarla de su entorno, podando raíces con la horma del mercader, es la gran farsa propuesta para hacer política en el siglo XXI.

No hay mayor retraso que la homogeneización globalizada ni belleza comparable a la de los aparejos de un ritual inservible.